Los objetivos específicos sobre los que se ha trabajado
en esta investigación han sido los siguientes: educación sexo afectiva, la
etapa de la pubertad, la experiencia en materia afectivo sexual, los métodos de
prevención de infecciones de transmisión sexual y métodos anticonceptivos,
abuso y violación sexual, la cultura del consentimiento y la pornografía y las
relaciones sexo afectivas. Para ello, se han realizado un total de 602
entrevistas a la población joven con edades comprendidas entre los 16 y los 30
años, de los que el 51,2% son hombres y el 48,8%, mujeres.
Así, una de las principales conclusiones que se extraen de la investigación es que el nivel de conocimiento sobre la cultural del consentimiento es alto, con un 91,4% que afirma “conocer a la perfección” qué es el consentimiento en las relaciones íntimas, y un 96,1% que está “totalmente de acuerdo” en que entender y respetar el consentimiento sexual puede ayudar a prevenir abusos y violencias. Igualmente, el 91,5% de las personas encuestadas cree que el consentimiento puede variar en cualquier momento durante una relación sexual, y solo el 5,5% considera que el consentimiento no debe ser dado explícitamente en cada encuentro íntimo.
Cabe señalar que el 82% de la juventud navarra
afirma que la educación sobre el consentimiento en la prevención de abusos y
violaciones tiene un impacto alto mientras que solo el 5% cree que no lo tiene.
Al analizar esta información según la edad, se observa que las personas menores
de 20 años son ligeramente más escépticas respecto a la influencia y la
repercusión de esta educación y la prevención de abusos y violaciones, un
escepticismo que disminuye con la edad. Además, las mujeres tienden a mostrar un
escepticismo ligeramente mayor, aunque la diferencia con los hombres no es
significativa.
El
65,5% de la juventud considera vejatoria la representación de las mujeres en la
pornografía
Otro eje estratégico del estudio es el
análisis de la exposición a contenidos pornográficos y cómo esta afecta en las
relaciones, y del mismo se extrae que la mayoría de jóvenes (65%) considera
vejatoria la representación de las mujeres en la pornografía, aunque solo el
36,7% opina con rotundidad que debería proponerse un tipo de pornografía que
promoviera una representación más equitativa y ética de las relaciones. El
22,4% de las personas encuestadas no está de acuerdo con esta propuesta.
Además, se advierte que cuatro de cada diez
personas consultadas afirman consumir contenido pornográfico con una frecuencia
al menos mensual: el 22,4% lo ve al menos una vez a la semana y un 17,3%
confirma verlo al menos una vez al mes. La mayoría, un 42,9%, lo visualiza
raramente o menos de una vez al mes, mientras que un 16% afirma no consumir
nunca contenido pornográfico. En esto último se observan diferencias
significativas según el género: entre las mujeres, el porcentaje de quienes
afirman ver raramente o nunca este tipo de contenido es del 90,4% frente al
45,2% en el caso de los hombres.
Respecto a su influencia, el 47,1% de la
juventud afirma que la pornografía puede influir en las expectativas sobre cómo
debería ser sexualmente una pareja, y el 41% opina que puede influir en la
autoestima y confianza en las relaciones sexuales. Por otro lado, el 31,8%
afirma con rotundidad que el consumo de pornografía afecta a la salud emocional
de quienes lo consumen y el 24,2% admite cierto grado de influencia en sus
comportamientos y expectativas sexuales.
Así, el estudio evidencia la normalización del
consumo de contenido pornográfico entre la juventud y la necesidad de abordar
sus implicaciones desde un enfoque educativo y preventivo. Tal y como ha
señalado Burgaleta, “es crucial fomentar una alfabetización mediática que
permita a la juventud desarrollar una perspectiva crítica frente a las
representaciones poco realistas y desiguales de la pornografía, promoviendo
relaciones afectivo sexuales basadas en el respeto, la igualdad y el
consentimiento”.
En relación a la educación en sexualidad,
aunque el 92,3% de las y los jóvenes navarros afirma haber recibido algún tipo
de educación sexo afectiva, la formación impartida en centros educativos se
valora con una media de 5,8 sobre 10, con críticas tanto hacia la insuficiencia
como hacia la incompletitud de los contenidos, especialmente entre mujeres y
jóvenes adultos/as, para quienes las amistades y la familia son y han sido las
principales fuentes de información. Cabe señalar que a medida que la educación sexo
afectiva se ha ido integrando más al sistema educativo, las generaciones
jóvenes dependen menos de fuentes informales como amistades o Internet para
obtener información.
Las
personas jóvenes entre 21 y 25 años experimentan más situaciones de abuso o
violencia
Los datos evidencian cómo el abuso y violencia
sexual, en sus diferentes modos, es un problema extendido con diferencias
significativas según edad y, sobre todo, género. Concretamente, la incidencia
es mayor entre las personas jóvenes de 21 a 25 años, siendo el 61,1% de las y
los encuestados quienes reportan haber experimentado situaciones de abuso o
violencia sexual. Este patrón puede atribuirse a una mayor exposición a
entornos de riesgo como lo son espacios de ocio nocturno (56,3% de las
encuestadas han sufrido abuso o violencia en estos espacios) y eventos sociales
(57,8%), que son mencionados en el estudio como escenarios frecuentes de estos
hechos. En total, el 54,4% de las personas jóvenes de Navarra afirma haber
experimentado algún tipo de abuso o violencia sexual a lo largo de su vida.
Desde una perspectiva de género, las mujeres
son las principales afectadas por todas las formas de abuso y violencia sexual
analizadas, afirmando el 70,4% de las encuestadas haberlas sufrido. Destacan
como principales víctimas de comentarios sexuales no deseados, tocamientos no
consensuados y otros comportamientos violentos. Esta desigualdad de género es
particularmente visible en los excesos verbales, lo que subraya una cultura de
acoso persistente que afecta de manera desproporcionada a las mujeres. En contraste,
los hombres reportan tasas significativamente menores en todas las situaciones
evaluadas.
Otro aspecto destacado es la normalización de
ciertos comportamientos de acoso, como los piropos no deseados o comentarios
incómodos sobre el cuerpo, los cuales afectan a una parte considerable de la
juventud (34,4%). Y la incidencia del abuso en espacios públicos (24,6%),
digitales (11,1%) y laborales (7%) señala la multiplicidad de contextos donde
se manifiesta este problema, siendo el acoso digital un ámbito relevante que
refleja los desafíos asociados al crecimiento del uso de plataformas en línea entre
la juventud.
Es importante señalar que el 32,3% de las
personas jóvenes participantes en el estudio afirma haber sido testigo de
alguna de estas situaciones en su entorno durante los últimos 12 meses, un
porcentaje que asciende al 41,9% entre las mujeres, mientras que entre los
hombres es del 23,1%.
Por último, la juventud navarra está, en su
gran mayoría, de acuerdo en que la comunicación con la pareja es fundamental en
lo que respecta al sexo, tanto para mantener una relación saludable (94,7% así
lo afirma) como para decidir de manera conjunta el tipo de métodos
anticonceptivos a utilizar en las relaciones sexuales (95,3% lo considera
fundamental). En este sentido, no se observan diferencias significativas entre
generaciones, aunque sí un pequeño matiz relacionado con el género, ya que las
mujeres tienden a mostrar una leve mayor inclinación a valorar la importancia
de la comunicación en la pareja.
También se observa un alto nivel de concienciación sobre las infecciones de transmisión sexual, siendo un 83,3% de las personas las que consideran fundamental realizarse pruebas de ITS de forma regular, y el 72,5% de las personas encuestadas afirma con claridad que evita tener relaciones sexuales si no tiene acceso a métodos anticonceptivos. Solo un 12,5% no comparte esta práctica.
ACCESO AL ESTUDIO COMPLETO:
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